No hay nada como una buena plática que despierte interés e inquietudes, que te llenen de conocimiento, que te hagan reír y hacerte olvidar de la cotidianidad. Una conversación con la persona que te gusta, con los amigos o con un familiar. Con el corre corre de la vida pareciera que cada vez se reduce el tiempo que las personas tienen para interactuar entre sí, en especial las familias guatemaltecas. Por lo regular, es durante los tiempos de comida en donde las familias y amistades se juntan y degustan de un buen momento. Intercambiando anécdotas, compartiendo alegrías y tristezas, escuchando experiencias y la sabiduría de los mayores. Por supuesto, como en todo lugar, existen reglas para mantener la buena convivencia, la tranquilidad y poder coexistir, de lo contario, la mesa se convierte en el Coliseo de Roma. Por ello, es común escuchar que en la mesa hay tres temas que no se mencionan: deportes, religión y política.

Los articuladores sociales se han encargado de establecer ciertas conductas en las personas. Tal es el caso de las escuelas que, desde pequeños, les enseñan a los niños a sentarse, mantener el silencio y escuchar. Es más, al platicador lo reprenden. Cómo olvidar aquel sello de la típica frase “platica mucho en clase” con la figura de un loro. Si esto le trajo recuerdos, usted ya debería de tener su vacuna puesta. Tampoco podemos pasar por alto cosas como los tres monos sabios “ver, oír y callar”. Desde que una persona nace vive bajo un constante bombardeo simbólico que ciertos actores de la sociedad imponen a través de los medios de comunicación. Estos articuladores se encargar de semantizar la información, de asociar significados a las palabras y el término “política” no es la excepción. Por eso es común escuchar que la política es mala, que la política es sucia, que la política corrompe. Utilizan lenguaje connotativo para referirse a temas políticos, un periodista muy reconocido del país utilizaba la frase “los lobos del hampa” haciendo mención a los congresistas.

Si a todo lo que se acaba de mencionar se le agrega el poco acceso a educación de calidad que el Estado de Guatemala provee a su ciudadanía, la poca voluntad de realizar formación ciudadana por parte de las instituciones y la falta de espacios de información se tiene como resultado la fórmula perfecta para mantener a la población como un actor pasivo, como un consumidor, que se molesta de vez en cuando, pero rara vez hace algo al respecto.

Mientras la población continua con la idea de que la política es mala, que es mejor no mencionarla y que no cambia nada, otras personas llevan años aprovechándose de los espacios de incidencia política para beneficiarse y para enriquecerse. Sin importarle el daño que puedan causar en otros como la pobreza, desnutrición, desempleo, falta de acceso a educación, migración, entre otros problemas.

Si se desean cambios en la sociedad se debe comenzar a atacar los problemas estructurales. Se necesita que la ciudadanía se involucre en la toma de decisiones. No obstante, para poder participar en política de primero hay que conocerla y ¿cómo se pretende conocerla si nunca se habla de ella? Por eso es importarte eliminar esa idea que de política no se habla, porque de política ¡Sí se habla!

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